jueves, 7 de julio de 2011

Estilo & Elegancia

Por Kika Sánchez

La semana pasada estaba revisando el DVD con las colecciones SS 2011 de Vogue y por primera vez no me fijé en la pasarela, sino en quien comentaba lo que ahí estaba sucediendo.

Ella desde su silla evaluaba looks, tendencias, diseño e impacto entre otros, y como siempre era un placer verla.

Calmada sin ser aburrida. Documentada sin parecer académica. Elegante sin estar de gala.

Me refiero a una de mis favoritas de todos los tiempos: Carine Roitfeld.

Roitfeld, de 56 años, comenzó su carrera como modelo, cuando a los 18 años le descubrieron por las calles de París. De ahí dio el salto al estilismo, lo que le permitió trabajar con Mario Testino, haciendo sesiones de fotos y editoriales de moda.

Roitfeld conoce la moda desde los cimientos: fue la modelo que se convirtió en editora tanto en Estados Unidos como en Francia. Poco después se convirtió en musa de Tom Ford en uno de los momentos cumbre en la carrera del diseñador, en su época hizo lo mismo con Gucci e Yves Saint Laurent, con sobresalientes resultados.

En 2001 dio el gran salto, convirtiéndose en la editora de Vogue París, donde permaneció por 10 años. Roitfeld llegó a Vogue para sustituir a Joan Juliet Buck y durante esa década consiguió hacer de la revista un boyante icono de moda y sofisticación, batiendo récords de circulación, publicidad y éxito editorial.

Con Carine a la cabeza, Vogue Paris logró posicionarse como un referente.

Personalmente, creo que Roitfield logró tan bien su comedido porque nunca transó dos conceptos fundamentales de la moda, y nos ayudó a entender que estos pueden darse juntos o de forma independiente, y que ninguno radica en el poder adquisitivo o círculo social. Sino por el contrario en el gusto y tino personal.


Ella es el ejemplo viviente de ambos conceptos, sin esfuerzos de por medio. Dueña de un estilo único y de una elegancia inherente y dinámica, que la han posicionado como un verdadero ícono fashion.

Nos hizo entender que la elegancia no es controlada ni estática, mucho menos aburrida. Y que el estilo se logra cuando uno es capaz de personalizar y apropiarse de los elementos que nos visten. Nunca el glam y la simpleza fueron tan buenos compañeros. Nunca la versatilidad fue tan propia. Y los smoky eyes se vieron tan bien en la mañana.

Y como una imagen dice más que mil palabras, les regalo una selección de mis looks favoritos.









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