Por @kikasanchezg
Desde hace algún tiempo que he estado bastante pegada con el tema de la fotografía. Primero fueron mujeres de alto impacto como Diane Arbos y Nan Goldine, cargadas de morbo y dolor. Para pasar a la mujer, que para mi gusto, mejor retrata la nostalgia: Deborah Turbeville.
Nacida en Massachussets y criada en New England, a los 20 años se fue a Nueva York para trabajar con el diseñador de Claire McCardell.
Gracias a su interes por el diseño, se convirtió en editora de moda en Harpers Bazaar y Madmoiselle . No pasó mucho tiempo después de eso se dio cuenta de que su pasión estaba en la fotografía. Ha tomado fotos desde entonces.
Divide su tiempo entre NY y México, sin embargo es la ciudad de San Petersburgo, el lugar que realmente la inspira… y le da su sello característico: el romanticismo gastado, como si su lente estuviera siempre cubierto por una gasa. Pero no exento de polémica.
El trabajo de Deborah busca atraer y excitar, coqueteando siempre con la controversia.
Un ejemplo claro de esto fue la editorial para Vogue llamada “The Bath House”, realizada en 1975. Hasta el día de hoy es una de sus favoritas.
"Nos tomó cinco días para hacer esta producción, ya que para cada foto se tomó un día. Polly Mellen fue la estilista, y era una obra de amor. Cuando salió al aire, mucha gente canceló sus suscripciones a la revista. Dijeron que era ofensivo y se parecía a Dachau, al igual que los campos de concentración. O que parecían drogadictas. yo sabía que lo que estábamos haciendo era diferente, pero nunca me imaginé que llegaría a eso. Fue lo más polémico que la revista ha tenido. Vogue americano siempre la muestra como referente.”
En definitiva esta mujer es una leyenda, capaz de crear atmósferas y recreando historias, a través de una rara belleza.
jueves, 8 de marzo de 2012
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