Los diplomáticos de la moda

Por @kikasanchezg

Desde algún tiempo a la fecha he visto como marcas alrededor del globo han ido apoderándose de rostros.

Ya no es Andy McDowell hablando de su coloración en Excellence de l’Oreal. Sino más bien Adrien Brody empoderándose del Unconventional Chic de Lacoste, o bien a Isidora Urrejola reflejando los valores de El Ganso.

Ya no es suficiente una bonita campaña, ahora necesitamos que “celebrities” o bien, “gente como tú” en su defecto, luzca los productos para aumentar su atractivo.

Al parecer estos avisadores andantes se han convertido en el recurso más efectivo a la hora de convertir.

Si bien puede ser muy útil, también puede convertirse en un arma de doble filo. Porque una cosa es que los ejecutivos de una determinada compañía, decreten que X persona representa los valores de la marca, es acorde con el estilo y además marketero.

Pero a un cierto punto, una persona que ha logrado posicionarse por su estilo, carisma, talento etc… se beneficia realmente de eso?

Con esto quiero decir que probablemente todos consideraríamos cool andar en Crocks por la vida si recibiéramos un buen cheque por así creerlo.

O quizás no tendría inconveniente alguno en usar determinados jeans sabiendo que estos llegan “for free” a la puerta de mi casa…

Creo, personalmente que el tema de los embajadores puede ser tan provechoso como de corto aliento. Pienso que hoy por hoy la gente está más educada e informada, y por lo mismo menos influenciable en estos términos. Es un poco retro pensar que algo va a gustar más porque “alguien lo vale”…

Fue un recurso, lo reconozco… pero no sé si lo siga siendo.

No sé si le creo tanto a los embajadores, no como juicio de valor e ellos como persona. Voy al fin de la práctica. Le gustará a tal actor usar esa polera que lo hace ver gordo? O se sentirá atractiva ella vestida todo el día como si el gimnasio se le hubiera escapado?... no estoy tan segura.

Realmente les gusta esa cerveza. Ese auto. Esos anteojos????

Pero para que nos complicamos debatiendo, si al final a caballo regalado, no se le miran los dientes!