Por @kikasanchezg
No conozco todavía a la persona que no le guste comprarse ropa. Que no vibre llevando sus bolsas a la casa, mirando después cada cosa como trofeo o recompensa.
No conozco todavía a la persona que no le guste comprarse ropa. Que no vibre llevando sus bolsas a la casa, mirando después cada cosa como trofeo o recompensa.
Pero
hay un lado no tan idílico de las compras, que dista mucho por lo demás del
ítem Dicom…
Quizás
lo tenemos absolutamente interiorizado, pero para llegar feliz a la casa se
tienen que dar tres factores:
- Que
nos guste la oferta, que efectivamente encontremos pilchas que nos hagan
suspirar.
- Tener
la plata suficiente para adquirir aquello que nos hizo caer en transe y
con la cara pegada a la vitrina.
- Que
aquello que nos dejó trastornadas nos quede tal como esperamos.
Suena
bastante básico y simple… pero no lo es.
Hace
un tiempo me regalaron una gift cardo por un monto de $50.000… Una suma nada
despreciable. Sin embargo estuve aproximadamente 80 minutos tratando de
encontrar algo que me gustara.
Cuando
logré lo anterior, me pasé un buen rato peleando con el calce de la ropa,
tratando de resolver si yo era la deforme o eran problemas de patronaje. Culpándome
por no tener el tronco más largo, la cadera más angosta y los brazos más
delgados.
Cuando
me di cuenta de que llevaba demasiado rato defendiendo mi no tan macabra
anatomía, opté por los accesorios… Pulseras y pañuelos nunca están de más.
Debo
reconocer que no me fui totalmente satisfecha. Es más hice una retrospectiva de
todas las veces que había ido de Shopping determinada a arrasar con el mercado
local y haber vuelto con las manos vacías y la cuenta corriente donde mismo.
O
por el contrario, todas esas tardes lamentándome de mi suerte porque la oferta
es irresistible, tratando de justificar el delito de la línea de crédito con
frases tales como “Es justo lo que necesito”, “Obvio que en un par de días ya
no va a estar”, “Esto y no compro más en la temporada”…
El
tema de la compra no es un simple slogan de “Llegar y llevar”… Lleva bastante
más trabajo que eso, porque hay que juntar tres variables fundamentales en
forma simultanea:
No
me sirve no tener plata y que todo me quede bien. Tampoco me sirve tener plata
y que nada me guste. Y menos me sirve que me encante en el maniquí, pero me
cargue en mí.
En
fin, no quiero desalentarlas, por el contrario, sólo quería compartir una
experiencia personal en torno a la compra, porque esto absolutamente segura de
que no estoy sola en esto!
Bueno
espero que para experiencias futuras, se alineen los astros y que se logren las
variables que tanto necesitamos!
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