Ilustración Spiros Halaris
Creo que una de las dudas más difíciles de contestarse a uno mismo es la de seguir en algo o no (el ya plantearse eso significa que en lo que estoy ahora no me llena del todo). Difícil porque principalmente requiere de "cabecearse" un rato el estado actual y tomar la decisión (o no) de hacer un cambio.
Plantearse el presente ya es una lata. Un desgaste que muchas veces nos hacemos los locos por no tener que hacer. Tiempo que nunca tenemos "presupuestado" gastar dentro de la máquina diaria y que además significa el que tal vez la respuesta sea un esfuerzo tanto mayor, EL CAMBIO... uuuuuuu...
Aunque he estado exactamente en esa situación no una, sino muchas veces, y me he comido la latita de plantearme las cosas y ponerlas en una balanza para ver donde se inclina, la sensación de optimismo y energía renovada que representa el tomar la determinación de salir de lo que estoy y embarcarme en un nuevo proyecto es de las mejores... amoldar una estructura flexible que permita perder el miedo a lo nuevo y moverse de pista... sentir esa valentía de vivir según lo que dictan las sensaciones, no la cabeza (que importante eso!). Experimentar desde la comodidad... no del deber ser, aunque a veces cueste el doble...
martes, 14 de junio de 2011
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