Mi hija acaba de entrar al colegio, a Kinder... el proceso, que creí sería mucho más simple, ha sido todo lo contrario. Una de las pruebas más complejas de como ser mamá y no morir en el intento.
Para ser mamá hay que ser fuerte, pero dulce a la vez. Saber imponer límites, pero estar ahí en absolutamente todo lo que necesiten. Poder guiar, escuchar, jugar, retar, consolar... somos un todo, más aún cuando son chicos, y tenemos que actuar a la altura de lo que ser un todo significa.
Un hermoso desafío, pero a la vez uno de los más desgastantes de la vida, ya que esto no se acaba a las 7 de la tarde. No hay horario y no hay mucho margen de error.
Es un aprendizaje a la par de nuestros hijos. Nuestra experiencia y conocimiento de los temas crece con ellos, y aunque muchas veces no sepamos taaan bien lo que estamos haciendo, hay que actuar con relajo, y dejar que los elementos se dispongan solos para visualizar la solución.
Con este hecho en particular, de mi hija entrando al colegio y enfrentándose a un uniforme, 27 compañeros de su misma edad, instrucciones, y la manera en que ella ha enfrentado este estilo de "primer desafío importante", me ha hecho ver como yo, como mamá, soy su máxima seguridad. Un pequeño refugio con el que siempre puede contar, pero a la vez entregarle todas las herramientas para que salga y se desenvuelva con personalidad en su pequeño mundo.
Ser mamá es un gran desafío desde el comienzo, pero a medida que los hijos van creciendo el desafío aumenta con ellos, y la responsabilidad por hacerlos futuras grandes personas crece en nosotros... tamaña responsabilidad no? Tener nuestra mente sana y en orden es la única manera de transmitirles lo mejor. Vida. Amor. Cariño. Compartir. Jugar. Reír. Respetar...
Extracto de la película de Mafalda - Primer día de escuela
jueves, 26 de mayo de 2011
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