Por Lupe Gajardo
The enchanted garden - Vogue Italia - Noviembre 2008
Se acerca el 31 de diciembre y me pongo a reflexionar sobre el año que dejamos. Vaya que año! -terremoto, mina San José y cárcel de San Miguel por nombrar algunos episodios- creo que en mis 23 años no había vivido emociones comunitarias tan intensas, es tan raro después de las tragedias tener que seguir con la vida, con la rutina de siempre… hasta que después de un par de semanas los hechos se van quedando en el pasado.
Que ganas me dan a veces de parar y vivir el sentimiento hasta que se agote, aburrirse de llorar o de pensar o de sentirlo. Pero el tiempo no da tregua y sigue su ritmo ágil, entonces para seguir te hechas al hombro la piedrita y continúas. Se han dado cuenta el peso que acumulamos este año? En el conciente o inconciente colectivo creo que todos lo estamos viviendo, por lo menos yo me he dado cuenta que ando mucho más frágil, sensible y peleadora, al principio me extrañé porque en general ando más despierta y enérgica pero después de tantos cachetazos siento que es de lo más normal y sano querer llorar con el comercial de los abuelitos.
Y al andar caminando -literalmente- por la vida mucho más perceptiva (lo único bueno de andar sensible es que según yo se intensifica la recepción sensorial) tuve una experiencia cotidiana que me permitió hacer conexiones que me hicieron mucho sentido, sobre todo se conecta con el tema de la cárcel –que a mi juicio es el suceso que más involucra voluntad humana, no así las catástrofes naturales- que me causó una tristeza enorme.
Yo circulo a pata o en micro y en un mismo día tuve que ir a dos comunas radicalmente opuestas dentro de una misma ciudad; Santiago. ¿Han notado la diferencia que existe entre los paraderos de locomoción colectiva? Es el gris frío y sucio frente al verde vivo y limpio. Derivé en la conclusión de que es absolutamente absurdo pretender un cambio o una “evolución” social construyendo viviendas apretadas y feas en urbanizaciones de puro cemento dónde la única cancha es de tierra y tiene rejas hasta el cielo… es la hostilidad materializada, el reflejo de un egoísmo sin límites y un trabajo mal hecho o hecho a medias. Acaso a quién planificó tales “condominios” le gustaría criar a sus hijos en un entorno como ese? Ese fue el concepto de “barrio”?.
Creo que es urgente recuperar el sentimiento de exigencia y trascendencia en todos y cada uno de los trabajos que realizamos en el pequeño y largo plazo, le da más sentido a la vida y otorga muchísima más satisfacción para uno y los demás.
La belleza es subjetiva, eso todos lo sabemos, pero creo imposible no valorar positivamente una obra redondita, prolija, de buena factura independiente que sea o no de nuestro agrado. Un trabajo bien hecho siempre va a ser digno de respeto, un resultado bien logrado por si solo es bello.
Como diseñadora los invito a que creemos, creamos y vivamos en la belleza. Es un aporte que podemos hacer todos los días en cada acto para reinventar y “reconstruir” nuestra comunidad de la mejor manera, como una obra de arte.
Que el próximo año sea maravilloso para todos, lleno de energía y buena onda.
Un abrazo !!
jueves, 30 de diciembre de 2010
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