
Se acerca el 31 de diciembre y me pongo a reflexionar sobre el año que dejamos. Vaya que año! -terremoto, mina San José y cárcel de San Miguel por nombrar algunos episodios- creo que en mis 23 años no había vivido emociones comunitarias tan intensas, es tan raro después de las tragedias tener que seguir con la vida, con la rutina de siempre… hasta que después de un par de semanas los hechos se van quedando en el pasado.


Yo circulo a pata o en micro y en un mismo día tuve que ir a dos comunas radicalmente opuestas dentro de una misma ciudad; Santiago. ¿Han notado la diferencia que existe entre los paraderos de locomoción colectiva? Es el gris frío y sucio frente al verde vivo y limpio. Derivé en la conclusión de que es absolutamente absurdo pretender un cambio o una “evolución” social construyendo viviendas apretadas y feas en urbanizaciones de puro cemento dónde la única cancha es de tierra y tiene rejas hasta el cielo… es la hostilidad materializada, el reflejo de un egoísmo sin límites y un trabajo mal hecho o hecho a medias. Acaso a quién planificó tales “condominios” le gustaría criar a sus hijos en un entorno como ese? Ese fue el concepto de “barrio”?.
Creo que es urgente recuperar el sentimiento de exigencia y trascendencia en todos y cada uno de los trabajos que realizamos en el pequeño y largo plazo, le da más sentido a la vida y otorga muchísima más satisfacción para uno y los demás.

Como diseñadora los invito a que creemos, creamos y vivamos en la belleza. Es un aporte que podemos hacer todos los días en cada acto para reinventar y “reconstruir” nuestra comunidad de la mejor manera, como una obra de arte.
Que el próximo año sea maravilloso para todos, lleno de energía y buena onda.
Un abrazo !!









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