
Si bien los videos partieron alrededor de la década de los ’20, se popularizaron en los ’80 gracias a MTV.
Durante los años noventa y la década posterior, se originaron nuevos géneros musicales y el videoclip se afianzó como un arma publicitaria imprescindible. Estilos como el Hip-hop, el Funky, el Rock alternativo o el Pop, obligaron a implementar nuevas y diferentes puestas en escena para cada tipo de público. El vídeo musical aparece como un referente para muchos jóvenes, que observan a sus ídolos en un contexto general de velocidad, movimiento, nuevos “looks” y modas, llevadas al extremo.
Como ejemplo de gran repercusión mediática, hay casos que vale la pena recordar. Videos como “Around the world” de "Daft Punk" (1997), en el que momias, esqueletos, robots, nadadoras y personajes “freaks” se movían a ritmo de house. Al año siguiente, el gran éxito de Britney Spears, “Baby, one more time”, también fue llevado a las pantallas de televisión en un montaje dirigido por Nigel Dick en el que la diva del pop se rodeaba de los típicos estudiantes de instituto norteamericano jugando con la inocencia y sensualidad, propia de una adolescente…
Y así como cantantes han hecho historia a través de este atractivo formato, modelos, actrices y videos musicales tienen una relación simbiótica de larga data.
¿Quién puede olvidar a Kim Basinger en Tom Petty "Last Dance de Mary Jane," cameo de Gwyneth en Melissa Etheridge "I Want to Come Over", o Aerosmith y Alicia Silverstone?


Este no es primer coqueteo de Moss, la niña rebelde de la moda, ya que ha aparecido en videos de Johnny Cash, los White Stripes, y Primal Scream y demuestra su experiencia: Kate tiene la indiferencia, displicencia y desfachatez para influir profundamente en este arte, y generar una recordabilidad única: el video se convierte en “el video de Kate Moss”.


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