Además de que tener un interesante surtido de sabores, muchos de ellos experimentos que van probando con sabores de todo tipo (también hacen caramelos personalizados), la idea es rescatar el antiguo oficio del caramelero y dejar volar la imaginación con azúcar, agua y glucosa (como Angela, su dueña, nos contó se hace el caramelo, quién por su parte aprendió el oficio mientras vivía en Barcelona).
Este interesante lugar, se encuentra específicamente en la calle San Enrique 314, y si van de paseo por el Cerro se los recomiendo 100%... un mágico rinconcito de placer culpable.
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